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EL DESAFÍO DEL SIGLO XXI: RECUPERAR LA ESPLENDOROSA ACADEMIA

Image1.pngde Viviana Yaccuzzi Polisena. El modelo cientificista produjo el gran déficit de la época moderna: ausencia de comprensión del mundo, y alejamiento de la inteligibilidad de la naturaleza. Implementó políticas educativas desastrosas y perversas sustentadas por un sistema financiero que minó la Academia. La Academia se transformó en una empresa llamada Universidad, que bajo el digno ‘principio de autonomía’ produce la mayor injusticia: negar la posibilidad de crear conocimiento colectivo genuino a las presentes y futuras generaciones. La Universidad es un satélite de la política económica mundial que se apoderó de la prestigiosa Academia; las ideas pasaron de ser valiosas a tener precio, se instaló la bolsa de compra-venta de conocimiento, la obsesión por los rankings y por ganar prestigio a cualquier costo.
 

La crisis producida por el modelo mecanicista en el ámbito del conocimiento es de una magnitud tan inconmensurable que el concepto inmoral es un adjetivo estrecho. La Universidad: (i) aplastó la honestidad intelectual y la innovación en pos de la acumulación de papers; (ii) convirtió la solidaridad en provecho individual; (iii) construyó pensamiento único en detrimento de lo plural; (iv) eliminó la responsabilidad para satisfacer la avaricia del poder de turno; (v) desmereció la comprensión integral-compleja en pos de información fragmentada útil para un mundo atomizado.

El modelo mecanicista vendió la esplendorosa Academia a una corporación llamada Universidad que funciona con las leyes del mercado transformando saber y conocimiento en mercancía. Así descuidó el factor humano y el pensar colectivo.

Este operativo generó un nivel de sufrimiento y especulación tan elevado que provocó la huida de los innovadores. Se instituyó un ambiente de inmoralidad tan perverso y estresante que los pensadores dejaron de pensar. Así, los que quedaron infectaron el lugar con ignorancia convirtiendo al profesional académico en prisionero del poder. La Universidad es un feudo del analfabetismo que desprecia el valor del nuevo conocimiento, pervive y se sostiene con guerras que se trasladan de generación en generación; esto convirtió la competencia sana en rivalidad desleal, así, eliminó la confianza y la creatividad colectiva. La Universidad no tiene en cuenta que el bien común se construye mediante el pensar colectivo y compartido; dicha construcción conduce a que la ciencia contemporánea sea más virtuosa y honorable.

Es urgente eliminar la corrupta política enquistada en las Universidades mediante: a) una vigilancia más estricta de los concursos, de las competencias de los postulantes y jurados para que las cátedras y los cargos sean ocupados por personas idóneas con formación pertinente; b) examinar el accionar de las Autoridades Institucionales y los Consejos Directivos de cada Unidad para el aseguro de una mayor prolijidad y rectitud; c) enjuiciar y sancionar las medidas inescrupulosas aunque ellas hayan sido tomadas por la máxima Autoridad; d) incentivar la presentación de proyectos e ideas innovadoras; e) premiar la formación y la capacitación.

Asoma un nuevo paradigma, en el cual el Humano del siglo XXI tiene la responsabilidad de innovar el hábitat para maximizar la calidad de vida de las futuras generaciones desde una Ética de Colaboración. Se trata de ubicarnos en el lugar del otro con la forma de pensar del otro y sintiendo lo mismo que el otro, comprendiendo que el otro es uno mismo; por ello es indispensable mostrar la importancia del deber de ejemplaridad de los Profesionales Académicos como pensadores y constructores de ambientes armónicos y cooperativos en entornos benévolos. Con la Ética de Colaboración podemos construir esquemas mentales compartidos lo que significa vivir y sentir la emoción del otro, así, logramos una ‘conexión vincular’, ella es garantía de que el humano puede compartir la existencia en una organización social justa y en paz perpetua.

La construcción del conocimiento del siglo XXI se centra en la formación de profesionales con espíritu humanista que apunten hacia la creatividad colectiva y la transformación social. Es la gran oportunidad de innovar creando espacios de encuentros basados en la noción de colaboración, bien común y honestidad intelectual para compartir saber, experiencias, proyectos e ideas con neo-estrategias compatibles con la noción de complejidad para dar solución a prácticas sociales integrativas y dinámicas que inicien una metamorfosis individual y proyecten una mutación cultural colectiva fundada en lo bueno, verdadero y adecuado.

Una Academia cultivadora de Profesionales Humanistas que sepan compartir ideas, cuando se comparten ideas surge la Eureka Colectiva y así se humaniza el saber. Ya no se trata de repatriar científicos sino de repatriar pasión, entusiasmo y honestidad asegurando el reconocimiento social de los pensadores para preservar el gusto dulce por la Aletheia compartida obtenida bajo los principios de autonomía, beneficencia y justicia; los grandes principios bioéticos. Así nacerá el Humanismo del siglo XXI, rescatando lo más trascendental y propio del Humano que es conocerse a sí mismo, lo que produce una profunda transformación existencial contenedora de dignidad y sabiduría colectiva.

Una Academia que enseñe a pensar en red y origine una mutación en la manera de producir ideas porque en cada elección individual se involucra el futuro de todos, la felicidad de todos, los riesgos y consecuencias son para todos, la responsabilidad es de todos, el disfrute es de todos y el sentimiento de auto-realización es compartido.

Una Academia que genere competencia creativa y elimine el significado del error como fracaso, fomentando la construcción de red de ideas innovadoras que impiden el robo. De ésta manera la innovación como aceleradora del pensamiento asentada en una Ética de Colaboración promoverá el advenimiento de un Humanista con iniciativa y pleno control de su conducta. La Academia del siglo XXI es el semillero de Líderes Humanistas. El Líder Humanista es el que transforma desafíos y retos en oportunidades para cultivar un futuro más compasivo y dialógico. En la Academia trabaja en equipo, así, todo el equipo cuida a cada uno de los integrantes apostando a la meritocracia, por lo que se deben sostener códigos de conducta en el tiempo. De esta manera prospera confianza y honestidad para que emerjan las condiciones de posibilidad de lo novedoso. Todos nos beneficiamos de este ambiente en donde el daño no tiene cabida porque el pensamiento corrupto no puede anidar donde se desarrolla la colaboración.

La Ética de Colaboración es la piedra fundacional de la Academia porque incide en la productividad y el comportamiento adecuado ya que cada decisión y acción repercute e impacta en la transformación de la sociedad; ella tiene en sus manos no solo la mejora de la calidad educativa sino de la existencia humana.

 

mi foto para rosebudViviana Yaccuzzi Polisena
Profesora en Filosofía
Magíster en Ciencias Humanas y Sociales.
Mención: Filosofía.
Especialidad: LOPHISS Lógica, Filosofía, Historia y Sociología de las Ciencias. Université Paris 1- Panthéon. SORBONNE

1 Comment on EL DESAFÍO DEL SIGLO XXI: RECUPERAR LA ESPLENDOROSA ACADEMIA

  1. Aurelio Grande // 3 January 2016 at 03:34 //

    Nada es casual porque todo ocurre por necesidad, entonces de un sistema general se ha pasado por necesidad a una especialización de aquellas ideas, que es el ámbito de lo particular; donde se confirman o refutan los clásicos paradigmas del entendimiento – originalmente ambiguos y contradictorios. Y tampoco es casual el hecho también necesario, de construir la infraestructura intelectual que nos conduzca hacia una síntesis de todos los problemas existenciales; donde supuestamente se encontraría el sentido de todas estas cuestiones – no solo la supresión de las ideologías, sino en especial el mismo significado mismo de la filosofía (o mejor dicho, de la práctica filosófica), si es que tal cosa realmente existe – y comprender que la academia nunca se fue.

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